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Sobre cómo educar a los menores.

LÍMITES

La palabra clave.

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LÍMITES

Uno de los aspectos que urge cambiar de la forma en que la sociedad está educando a los menores, es la disciplina. La ausencia de límites es quizás el aspecto más grotesco de nuestro sistema educativo.

Escribir al DR. Mauro Hoy

La ciencia es clara en señalar dos grandes agentes causales de la violencia. Uno es la clásica teoría del estado de necesidad. Las sociedades elitistas que privan a las grandes mayorías del mínimo sustento, experimentan olas de crímenes que líricamente se han denominado crímenes por hambre.

Otro gran rubro de la violencia es ajeno a la necesidad. Estas personas cometen sus crímenes porque no manejan la frustración ni el rechazo. Desde niños fueron educados con ideologías complacientes en la cual todo se les daba y nunca tenían que responder por sus actos.

Estas personas provienen de hogares disfuncionales, donde los padres no ejercen la autoridad y son más bien desproporcionadamente condescendientes con sus hijos; al punto que el niño crece sin conocer los limites, sin conocer las reglas, sin capacidad para enfrentar la adversidad, donde los adultos simplemente son herramientas útiles que les conceden todos sus caprichos.

La escuela participa activamente al convertirse en una extensión de la dinámica hogareña. En esos centros educativos, el estudiante está por encima del maestro. Los profesores, paradójicamente, tienen que rendir cuentas por el mal rendimiento de sus vagabundos alumnos. Las faenas educativas son burdas, simples y arregladas de tal forma que demanden poco esfuerzo del estudiantado.

En occidente, el estudiante puede hacer lo que le dé la gana a vista y paciencia de las autoridades educativas. Basta con preguntarnos qué ha pasado con los estudiantes que apedrearon el ministerio: Nada. Qué pasó con los que tiraron bombas incendiarias: Nada. Qué  hay de los que hacen trampa en un examen o golpean a sus compañeros: Nada.

Esa complicidad entre la escuela y el hogar, entre la sociedad y las autoridades, entre la familia y el sistema; está provocando estos delincuentes en potencia y en acto. Es solo cuestión de tiempo para que las tragedias escolares americanas saturen nuestras tierras.

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