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1 DE MAYO

OCHO HORAS PARA VER LAS FLORES

El día que el amor encontró su tiempo

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OCHO HORAS PARA VER LAS FLORES

A veces perdemos la concepción del mundo exterior. Nos vamos familiarizando tanto con una realidad finita y circunscrita, que obviamos el paradigma universal. Dirían algunos que estamos tan metidos en el bosque, que solo vemos el árbol y no la inmensidad de la naturaleza misma.

Escribir al DR. Mauro Hoy

La historia es la gran enemiga del status quo de las sociedades modernas. Son pocas las culturas que se han atrevido a guardar y divulgar el pasado con recelo fidedigno. El temor a la censura y sobre todo a la justicia, provoca que grandes grupos sociales opten por el silencio, el encubrimiento y peor aún, por el olvido.No es cierto que con el tiempo todo se sabe; por el contrario, el tiempo entierra héroes e injusticias, desmanes y atrocidades.

Es cierto que a veces, y solo a veces, a la larga llegan a saberse pinceladas de la realidad del pasado por un hallazgo fortuito o por un error en la encriptación de la información. En otras ocasiones, aunque la verdad está ahí, es excluida de la referencia diaria, del aprendizaje escolar, de las celebraciones anuales o su conmemoración se convierte en algo insulso, en un feriado más, en un día libre para vacacionar que relega a la banalidad el esfuerzo de muchos.Por eso, cuando conmemoramos el día del trabajo, tenemos que recordar su verdadero contexto.

Tenemos que decirles a los jóvenes, a los niños y a muchos grandulones, cómo era la vida hace menos de 150 años. Tenemos que contarles que en esas épocas se trabajaba más de dieciséis horas diarias, de lunes a lunes, y a veces el salario no alcanzaba “literalmente para comer”, no había vacaciones, no había incapacidades, no había salud ocupacional, no había pensiones, no había nada de lo que hoy creemos que siempre existió.En esas épocas, los hombres de pelo en pecho ganaban un salario, pero las mujeres que hacían las mismas faenas, cuando tenían suerte, ganaban menos de la mitad. El trabajo infantil era la norma y esos pequeños ganaban auténticas miserias.

 Las condiciones laborales eran precarias, se trabajaba en minas, fábricas e hilares con despliegues físicos inhumanos, que lisiaban rápidamente al trabajador.Muchas de las condiciones laborales que hoy disfrutamos nacieron precisamente del esfuerzo de un puñado de hombres que, desde diversas trincheras, desafiaron al sistema. Los grandes teóricos de la ideología alemana plasmaron el marco conceptual de las reformas sociales y los heroicos activistas hicieron posible con su sangre que el sistema entendiera que los trabajadores también son seres humanos.

El primero de mayo recuerda a los héroes de Chicago, aquel puñado de trabajadores honestos que fueron sentenciados bajo cargos falsos por liderar los movimientos que luchaban porque la jornada laboral fuera de ocho horas y no de doce, catorce y hasta dieciséis horas.

Siempre me gusta recordar algunas de aquellas pancartas hechas a mano que adornaban las manifestaciones. “Queremos ocho horas para trabajar, ocho horas para descansar y ocho horas para ver las flores”.Me gusta también decir que es justo ahí donde surge el tiempo para el amor. Cuando se trabajan jornadas de catorce o más horas diarias en condiciones infrahumanas no hay tiempo para AUT. La sexualidad se convierte en algo apresurado, en una descarga, en un placer casi siempre masculino y siempre minúsculo y efímero. En la historia, contar con tiempo para el amor siempre fue un lujo de dandis y varones, reyes y aristocracias, de pudientes y acaudalados. 

Cuando se reduce la jornada laboral a ocho horas, el amor encuentra su tiempo, el reloj le abre las puertas a la sexualidad, a la ternura, al cariño y por vez primera las parejas pueden y tienen tiempo para explorar la sexualidad. Adicionalmente el día del trabajador es el día de la salud, ya hay tiempo para hacer ejercicio, es el día del amor, ya hay tiempo para los besos, es el día de la prosperidad ya hay tiempo para trabajar extras y “poner un negocito”, el día de la familia, ya hay tiempo para compartir con los hijos, los padres, y la familia. Es además el día de la amistad, ya hay tiempo para divertirse con los cercanos.

Es claro, el día del trabajador, es el día en que pudimos tener tiempo para todo lo que no fuera trabajo. Tiempo para explotar todas nuestras capacidades y aptitudes más allá del trabajo.Desde 1889 una larga lista de países conmemora el 1 de mayo el día del trabajador, como forma de rendir homenaje a los héroes de Chicago. Curiosamente, en los Estados Unidos, el día del trabajo se celebra en de septiembre, probablemente con el fin de evitar el recuerdo de tan sangriento día.

Nosotros, que como país tenemos una vocación social por excelencia, debemos motivar a las nuevas generaciones a conocer nuestra historia, la historia de los que vivimos del trabajo, de los que diariamente tenemos que laborar para poder dar sustento a los nuestros. Somos un país pobre que depende del trabajo; somos un país trabajador que hace gala de su esfuerzo, por eso debemos ser conscientes: el presente que disfrutamos no fue un regalo sino más bien una conquista que no debemos perder jamás.

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