POR JUGAR DE VIVA ME QUEDÉ SOLA
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Soy una mujer de 28 años, separada. Estuve cuatro años viviendo en unión libre, y un día le dije a mi pareja que se fuera. Yo pensé que no me iba a doler, y hasta pensé que él me iba a pedir que nos diéramos una nueva oportunidad. Pero no fue así. Creo que me equivoqué, como que jugué de viva y ahora soy yo la que le pido que vuelva, pero ni me contesta los mensajes.
Es frecuente en nuestra sociedad que dentro de una relación uno de los dos no se da cuenta de que el vínculo anda mal y de que el otro está disconforme con la forma de llevar la vida en común, y por eso se produce una gran sorpresa cuando se aprovecha una ruptura para alejarse de forma definitiva, sin dar posibilidad de una reconciliación.
Por eso, antes de optar por la separación se debe hacer una profunda reflexión en torno a si lo que queremos es disolver la relación o más bien mejorar la calidad del vínculo. Tenemos que meditar si el cariño persiste, si todavía hay amor, si el sentimiento prevalece, y si lo que está mal son únicamente aspectos puntuales en el cada día, en esos casos lo que procede es resolverlos juntos o de ser necesario buscar ayuda profesional.
La decisión de separarse debe ser una decisión bien meditada, y que se toma solo cuando se tiene la certeza que es poco o nada lo que hay que hacer por la relación, sea porque el amor se fue, o porque el convivio es peligroso o nocivo. Romper por romper, y además esperar que el otro pida una segunda oportunidad, es una práctica cruel de por sí y además riesgosa, ya que puede provocar que el vínculo se dé por terminado con todo el dolor que implica.
Por último, debemos recordar que las relaciones emocionales nunca pueden ser un juego y mucho menos un juego de poder porque en ese mismo momento se desvirtúan, es decir, dejan de ser vínculos afectivos.