COMO ME DESPIDIERON SE VOLVIÓ UNA TIRANA
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Soy un hombre casado de 34 años. Por lo de la PANDMIA me quedé sin trabajo y desde entonces, mi esposa que sigue trabajando, se volvió una tirana, y me reclama que ella es la única que aporta a la casa, me manda indirectas y hasta humillaciones. Ahora ni tenemos relaciones ni muestras de afecto. Yo no conocía esta faceta de ella, y por dicha no tenemos hijos, porque yo creo que esto es el fin de la relación.
El CORONAVIRUS nos ha afectado a todos a múltiples niveles y desde luego el área económica ha sido motivo de conflictos y adversidades. Muchas parejas gozaban de una estabilidad laboral y debido a la reducción de jornadas y a los despidos, esa paz se ha visto quebrantada y por ende los aspectos monetarios.
En estas condiciones, es entendible que se experimenten cambios de humor, y aflore la hostilidad, la irritabilidad y surjan enfrentamientos por cosas banales que muchas veces, desgraciadamente, pueden poner en riesgo la permanencia de la relación.
Ante esta situación es importante que las parejas no se precipiten y tomen decisiones en momentos tan críticos, por el contrario, se debe propiciar una conversación pausada, en buenos términos y orientada a entender a fondo las implicaciones de la situación que el mundo está pasando.
Muchas personas experimentan tal grado de tensión que no son conscientes de su mal carácter, ni de las indirectas, y agresiones que comete a diario, porque el foco de atención está centrado en las premuras económicas.
Se debe entender que “el mundo da muchas vueltas” y puede que la situación cambie, y en cualquier momento sea él quien tenga trabajo y ella la que quede desocupada. Por eso, bien dice la máxima, “es más fácil el camino si somos dos”. Así que antes de dar el vínculo por terminado es mejor conversarlo, “porque hablando se entiende la gente”.