DORMIMOS EN CAMAS SEPARADAS
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Soy un hombre de 45 años, vivo en unión libre. En diciembre mi esposo y yo tuvimos una discusión muy fuerte y ella se fue a dormir a otro cuarto. Desde entonces solo nos hablamos lo necesario y seguimos durmiendo separados. Yo la quiero, y creo que ella también me quiere, pero los dos somos muy orgullosos y creo que ninguno quiere dar el brazo a torcer. Claro tampoco hemos tenido relaciones y ya yo estoy que no aguanto más.
En el amor genuino no hay espacio para el falso orgullo, desdichadamente ante los diversos problemas que depara la vida marital, muchos discuten, anteponen su parecer, tratan de ganar el diferendo en vez de concentrarse en hallar soluciones, que es lo realmente importante, con el riesgo, de que producto de esos enfrentamientos se suelen generar distanciamientos, separaciones, y discordias.
Debemos recordar que en materia de amor triunfa el que “dé el brazo a torcer”, el que anteponga el cariño al orgullo, el que recuerde que con quien discute es con el ser amado no con un enemigo al que hay que vencer a toda costa.
Por eso ante una lucha de orgullos, ante enfrentamientos de poder, las parejas deben hacer un alto en el camino, entender que al margen de los problemas que puedan tener, el mayor problema es que no saben solucionarlos, no saben ponerse de acuerdo, no saben orientar las discusiones hacia el objetivo principal, que es resolver lo que les aqueja.
Por eso las parejas deben encontrar formas alternas para discutir, nuevos caminos para enfrentar los diferendos en buenos términos, propiciando discusiones cariñosas, comprensivas, y sobre todo efectivas. A veces esto se consigue con solo que ambos se lo propongan y otras veces se requiere de ayuda profesional.