PREGUNTAS COTIDIANAS
ÉL ME PIDE QUE LE INTRODUZCA UN DEDO
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Soy una mujer que acabo de cumplir 42 años. Tengo dos años de divorciada. Hace unos días leí en esta columna los casos de dos mujeres que necesitaban cierta estimulación anal para alcanzar el orgasmo. Tengo dos meses de tener relaciones sexuales con un compañero de trabajo que me pide que, cuando él va a terminar, le meta un dedo analmente. A mí no me molesta, pero me da miedo. No entiendo por qué me pide eso.
Cuando hablamos del sexo anal, debemos comprender que es un tema del cual se sabe poco en el ámbito social y del que se tejen a su alrededor múltiples falsos conceptos, los cuales pueden generar temor, desconfianza o inseguridad. Debemos recordar que la zona anal está llena de filetes nerviosos, que al ser estimulados generan fuertes sensaciones del placer.
Por esa razón, a muchas personas les resultan sumamente placenteras las diversas caricias sobre esta área, y en algunos el placer que se consigue es tal que estas caricias se convierten en un integrante habitual de los encuentros íntimos.
No hay razones de fondo para esta preferencia. Es decir, quienes disfrutan de las diversas variantes del sexo anal son personas similares al resto de la población.
No tienen problemas mentales ni tendencias enfermizas, ni cierta inclinación a delinquir sexualmente o a cometer vejámenes sexuales. Tampoco son personas inmaduras o con trastornos sexuales. Estos gustos pueden estar presentes en cualquier individuo, en menor o mayor escala, y no representan ningún problema en el tanto ambos estén de acuerdo y los consideren gratificante.