DE NIÑO NUNCA TUVE UNA NAVIDAD FELIZ
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Soy un hombre de 27 años. Cuando la gente habla de la Navidad me da cierto pesar porque en mi casa siempre fue un martirio. Papá andaba borracho, gritaba, golpeaba a mami, y mi hermano y yo nos escondíamos “muertos de miedo”, porque si nos encontraba también nos pegaba. Eso también pasaba los fines de semana, pero en fin de año él tenía vacaciones y tomaba hasta 15 días seguidos. Ahora me siento extraño, raro, o incómodo en estos días.
Tradicionalmente muchas familias no podían vivir el espíritu de la Navidad debido a los severos problemas económicos que prevalecían hace unas cuantas décadas, que condicionaban que hasta hambre se pasara cada fin de año, ese panorama atroz ha cambiado en la sociedad actual. Sin embargo, son muchas las familias que no han tenido una “feliz Navidad” por desavenencias en la dinámica familiar exacerbadas por el licor.
Hogares violentos, padres agresivos, enfrentamientos familiares, discusiones a granel, maltrato infantil, son parte de ese escenario de horror que satina los días navideños en muchos hogares y son los niños los que más lo sufren.
Para todos aquellos adultos que tuvieron que lidiar con situaciones como éstas, es importante, que “se saquen el clavo”, ahora pueden vivir intensamente la Navidad, disfrutar en paz y alegría de los tamales, del queque navideño, y de la felicidad de los niños, sean los hijos, los sobrinos, o los chiquillos de algún allegado.
Es momento que se supere con creces ese trago amargo, y que se disfrute todas estas festividades, y desde luego lejos del licor que suele ser el “aguafiestas” de estas fechas. Si tienes pareja, mejor todavía, porque ambos pueden construir una Navidad acorde a sus necesidades afectivas y emocionales.