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Realidad nacional.

BUENOS Y MALOS TIEMPOS

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BUENOS Y MALOS TIEMPOS

La realidad es la madre de la experiencia. Esto es cierto cuando hablamos tanto de los fenómenos naturales, como cuando nos referimos al comportamiento social. Toda política, toda ley, toda norma, toda justicia, debe estar en contacto con la realidad; de lo contrario se expone a la ineficiencia.

Escribir al DR. Mauro Hoy

Quizás una de las ideas más loables en el entorno social de nuestra cultura sea dedicar las ganancias de los sorteos de la lotería a obras benéficas. Esto se basa en el criterio que los juegos de azar son tan rentables e implican tan poco riesgo, que es un gran negocio, un negocio redondo y como tal, la sociedad como un todo se debe beneficiar de sus créditos.

Por eso, llama mucho la atención la proliferación de la lotería clandestina, llámese los sorteos extranjeros, los tiempos o cuanta rifa circula en pueblos y ciudades que no está patrocinada por la Junta de Protección Social.  Puede ser difícil comprender por qué el jugador y el vendedor optan por estos juegos, a sabiendas que los estatales nos benefician a todos.

Claro está, la respuesta surge casi de inmediato. Los juegos clandestinos brindan mejores condiciones a los vendedores y el porcentaje de ganancia es casi tres veces mayor al que brinda la Junta. Y es ahí donde necesitamos ese contacto con la realidad, es ahí donde requerimos entender lo que pasa en las calles para contrarrestarlo. Si vendemos menos, tendremos menos dinero para las obras sociales. Si vendemos más, tendremos más dinero para los damnificados de la vida. Si le damos más ganancia al vendedor, compensamos esos rubros con una mayor venta.

La mayoría de los vendedores de lotería son personas pobres. El trabajo apenas les alcanza para comer, lidian con una faena dura, de sol a sol, expuestos a los imprevistos de la calle y la verdad es que al día de hoy, pocos reconocen su papel dentro de la sociedad. Al retribuirles de manera adecuada su trabajo, beneficiamos a un sector social que siempre ha sido abnegado y mal pagado. Reivindicar la labor de los vendedores de lotería debe convertirse en otro de los objetivos de la Junta.

Tenemos que recordar que el Estado es un monstruo económico, que no hay banca pueblerina que supere las arcas estatales. Que hoy estamos dejando grandes porcentajes del mercado de la lotería en manos privadas, porque no hemos tenido la visión para dilucidar lo que sucede en las calles y son los más necesitados quienes se privan de todos esos ingresos perdidos.

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