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¿Podríamos estar exagerando en relación a nuestra salud mental?

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¿Podríamos estar exagerando en relación a nuestra salud mental?

 En el área de la salud mental podríamos hablar de una “extravagancia psicológica”, que la padecerían personas que funcionan más o menos de manera normal en su medio pero que viven bajo una preocupación excesiva por su salud mental.

Escribir al DR. Mauro Hoy

Sí. En el campo de la salud mental puede sucedernos como en el de la salud orgánica. En este último caso me refiero a los llamados hipocondriacos, personas que siendo sanas físicamente toman cualquier malestar como señal de una enfermedad posiblemente grave, y no se cansan de estar realizándose exámenes generalmente innecesarios y desconfiando del médico cuando este les explica que todo es fruto de su imaginación (Una representación clásica de este mal es la del dramaturgo francés, Moliere, presentada por primera vez en el año de su muerte, en 1.673, con el título de “El enfermo imaginario”). En el área de la salud mental podríamos hablar de una “extravagancia psicológica”, que la padecerían personas que funcionan más o menos de manera normal en su medio pero que viven bajo una preocupación excesiva por su salud mental. A diferencia de la condición hipocondriaca, en la extravagancia psicológica sí hay indicadores caracteriales que pueden ayudar a detectar señales predictivas y/o diagnósticas al respecto. Veamos algunos de ellos:

1. Al exponerse a una experiencia nueva con posibilidades displacenteras, donde sería normal que se sienta mal, tomar el sentirse así como algo que “no está bien”.

2. Cuando todo aparente o realmente está funcionando bien, sin problemas a la vista, sentirse inquieto porque se esté dando algo así, porque no se siente bien sintiéndose bien. Es como que el sentirse mal fuera su discurso de vida.

3. Pasarse rumiando situaciones secundarias aparente o realmente no resueltas cuando lo más importante va muy bien en función de sus intereses.

4. Vivir permanentemente preocupado por cada minucia en su interpretación de la vida cotidiana.

5. Parecido al síntoma anterior, es el perfeccionismo, por el cual busca controlar todo lo que está a su alrededor, tanto humano como físico (por ejemplo con el hábito de la limpieza excesiva).

6. El estar manejando su vida y la de los otros en función de la culpa morbosa, de modo que su mente es una fábrica de maliciosas imputaciones a sí mismo o a los otros.

7. El vivir dependiendo de la opinión de los otros para mantener, aunque sea feblemente, su autoestima personal.

8. Confundir sentimientos esporádicos y reactivos con cuadros clínicos establecidos, como por ejemplo cierta ansiedad por un resultado importante en alguna actividad de su vida como si fuera “enfermo de ansiedad”, o la normal tristeza ante cierta pérdida significativa como un “cuadro de depresión”.

9. Como fruto del rasgo anterior, aceptar pasivamente cuando le dicen “eres depresivo y tienes que tomar medicina toda tu vida” (algunos llegan a aceptar esta propuesta médica hasta con alegría).

10. Andar buscando permanentemente “datos” sobre salud mental en programas de televisión o de otros medios de comunicación, o de libros de auto ayuda.

Con esto no pretendo haber mencionado toda la gama de rasgos que podrían constituir estas manifestaciones prodrómicas, pero se las he presentado como ejemplos de formas indeseadas que lo podrían predisponer a sufrir sin motivo real en una de las áreas del ser humano, tan noble como las otras, cual es la de su inestimable salud psicológica. 

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