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BOLETIN DE SALUD MENTAL

¿Cómo debe ser considerada la existencia de la maldad en la salud mental?

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¿Cómo debe ser considerada la existencia de la maldad en la salud mental?

Un servicio de Mentalsanitas ®

Director: Dr. Winston Villamar, Ph. D.      

Mayo de 2010

 

Escribir al DR. Mauro Hoy
Comparto con usted este mini-relato: "El presidente de Francia acaba de declarar que el velo islámico degrada a las mujeres". -esa es una maldad, ¿dónde leíste eso? -en el diario. ¿A quién es referida la maldad: al dicho del presidente o al uso del velo por parte de las mujeres islámicas? Usted podría agregar tantos mini-relatos como este que finalmente, si los juntara con los que otros tendríamos para aportar, fácilmente podría escribirse una "enciclopedia universal sobre la interpretación de la maldad". Y si se expusieran dichos relatos de manera literal a como nos expresamos en relación a la maldad, descubriríamos que todos, sin excepción, tienen una característica exegética: son subjetivos.
Independientemente de los otros acercamientos a "la maldad" (lingüístico, moral, psiquiátrico, legal, etc.), en función de la salud mental, tendríamos que reconocer que el concepto de maldad, por ser subjetivo, es vago y relativo. ¿Qué es lo que determina el que se dé así en nuestra mente? Por lo menos, por tres razones dinámicas:
1. Porque racionalizamos, para justificar(nos) en algún acto o pensamiento que podría hacernos sentir culpables o por ello tener que culpabilizar a alguien a quien queremos. Por esto, tratamos de justificar el "acto", apelando a razones que solo nosotros entendemos y nos sorprende, a veces, por qué otros no las entienden. En este espacio es donde se reúnen los que se adhieren con una incondicionalidad ciega, ya sea a una institución, persona o a ellos mismos.
2. Porque queremos evadir la carga moral. Preferimos no pensar en lo actuado, escuchado u observado, porque la carga de culpa puede ser muy grande y nos aterramos por el hecho de poder parecer cínicos o hipócritas. En este cuadro se encuentra la mayoría de los moralistas y de los que se sienten como modelos de otros, tal es el caso de los padres responsables, por ejemplo.
3. Cuando proyectamos nuestra propia incapacidad para controlar cualquier tendencia que sentimos nos empuja hacia la maldad. Entonces, vemos la paja en el ojo ajeno para no ver la viga en el nuestro o en la institución o persona ante quien plegamos lealtad. En una típica agresión (con o sin razón) al adversario (real o supuestamente) acusador, tratamos de paliar el o los impulsos que nuestro alter ego ético desaprueba.
Lo expuesto nos lleva a otra pregunta: ¿Cuál es la intención de estos mecanismos en función de la maldad? La respuesta: crear "puntos ciegos" que nos permitan seguir viviendo conforme nuestra manera de ser, tratando de que los términos normalidad y salud sean sinónimos, en lo que es nuestra vida cotidiana, y donde la maldad se manifiesta como elemento disruptivo.
Finalmente, como inquietud propedéutica: ¿Ganaríamos algo al buscar resolver estos puntos ciegos en lo que es nuestra salud mental? La respuesta no es simple, pero es inevitable: Depende de la condición de cada persona, puesto que cada uno de nosotros, como ser humano, tiene genética y epigenéticamente (es decir, en función de nuestro nacimiento y crianza) una forma propia de resolver los dilemas que este término propone en el día a día de nuestras vidas. Al decir esto, me doy cuenta que no he logrado sugerir algo propositivo, excepto un intento de aclaración. Y me parece que esto se debe a que la respuesta al dilema también es subjetiva, por lo tanto, vaga y relativa.
Atentamente,
Dr. Winston Villamar.
Un pensamiento:

"Si la fascinación por la exposición de la maldad en los productos culturales tuviera su contrapeso en la presentación de su opuesto, gozaríamos de una mejor salud mental"


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En relación al boletín anterior (¿Cómo le va en su salud mental?), no hemos recibido preguntas o comentarios, excepto saludos y felicitaciones que agradecemos.

 

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